Los órdenes del éxito y de la realización profesional
Se estructuran en tres grandes apartados:
Compensar el dar y el recibir.
Compensar el daño hecho y el daño recibido.
La pertenencia y el orden.
Realización no es lo mismo que éxito.
- Realización, es cuando nos gusta nuestro trabajo, nos sentimos a gusto desarrollándolo y somos felices con las tareas que realizamos, a pesar de que no obtenemos ni el reconocimiento ni la retribución que se merecen.
- Éxito, es cuando obtenemos gran reconocimiento y grandes beneficios económicos por nuestro trabajo, pero en el fondo no estamos a gusto en él, nos aburre, no nos llena.
La realización tiene sus órdenes. El éxito tiene los suyos. En este documento vamos a enumerar todos ellos para el ámbito profesional.
Cuando la vida de la persona fluye dentro de estos órdenes, queda reflejado en que obtiene realización y éxito a través de su trabajo.
Primer orden: Compensar el dar y el recibir
Una de las primeras necesidades del ser humano es ser útil a los demás. Lo podemos comprobar en los niños pequeños, con qué voluntariedad quieren hacer cosas que ayuden a sus padres y a las personas que quieren. También lo vemos en los adolescentes que empiezan a desear tener un trabajo para, de esa manera, dejar de ser una carga para sus padres y sentirse autónomos y útiles. Y el trabajo nos permite cumplir con esa necesidad de ser útiles a los demás.
¿De dónde nace la necesidad de trabajar?
Principalmente es la forma que tenemos de devolver por todo lo que hemos recibido.
Cuando aceptamos incondicionalmente todo lo que hemos recibido, y lo agradecemos, nace en nosotros un sentimiento de deuda que nos impulsa a devolver en la misma medida.
De nuestros padres recibimos la vida. No podemos compensar esto a nuestros padres. Entonces nuestro devolver se vuelve principalmente a nuestros propios hijos.
De nuestros padres, familiares y demás personas, principalmente de nuestro país o lugar de origen, hemos recibido todo lo demás, a través de su dedicación y de su trabajo. En este caso, nuestro devolver hacia ellos se hace estando al servicio con nuestro trabajo. Esto también es así cuando no podemos tener nuestros propios hijos.
Para estar en sintonía con este primer orden del éxito y de la realización profesional es necesario pues:
- Haber tomado a nuestra madre. Tomar a la madre es poder decir Sí a nuestra madre de un modo incondicional, tal y como es, tal y como todo ha sido, con lo bueno y con lo malo. Si estamos vivo es gracias a ella y a nuestro padre. Ellos, como todos los seres humanos, no son perfectos, pero fueron perfectos para una cosa, para darnos la vida. Esa es su grandeza. Cuando podemos agradecer a nuestra madre ser como es y todo lo que ella nos dio, tal y como fue, estamos en disposición de poder decir Sí a la vida como es. Madre y vida son una misma cosa. Quien no acepta a su madre como es, no puede aceptar a la vida como es. Aceptar a la vida como es, y agradecerla, es ponerse en sintonía con ella, sin juicio, sin queja, sin exigencias... y la vida devuelve éxito. Igual es con la madre. Quien ha tomado a su madre tiene salud, tiene dinero, tiene pareja, tiene todo lo que necesita. Está en la abundancia. Igual que cuando éramos un bebé y nuestra madre nos amamantaba: no hacía falta más, confiábamos y lo teníamos todo. El éxito viene de tomar a la madre.
- Haber tomado a nuestro Padre, y con él a todo lo masculino de nuestro sistema familiar, lo masculino de las mujeres también. Tomar al padre implica lo mismo que con la madre: aceptar y agradecer. Si tomar a la madre nos enlaza con el éxito, tomar al padre nos enlaza con la fuerza para vivir. Poder decirle Sí al padre de un modo incondicional, tal y como es, tal como todo ha sido, con lo bueno y con lo malo, nos sintoniza con nuestra fuerza interior, nuestra capacidad para relacionarnos con los demás, nuestro sentido de la responsabilidad y del servicio a la vida. Quien ha tomado a su padre tiene vida social, tiene trabajo, le gusta trabajar y se siente realizado. La realización viene de tomar al padre.
- Haber tomado al padre y a la madre como una unidad. Esto implica renunciar a la preferencia por alguno de los dos. Si a través del padre llega la realización profesional y el estar a gusto en el trabajo, a través de la madre llega el éxito profesional y el dinero. Y llegará todo junto sólo cuando ambos, padre y madre, estén en la mirada del hijo como si fueran uno solo. Mientras sólo se haya tomado a uno de ellos, sólo llegará o realización sin éxito, o éxito sin realización.
- Haber tomado el lugar de origen y el lugar donde nos hemos criado. Tenemos tres patrias, el país del padre, el país de la madre y nuestro país de nacimiento, y también cuenta el país donde nos hemos criado. Con todos hemos contraído una deuda de gratitud, por habernos dado todo lo que tienen. El país es un campo femenino. Como tratamos a nuestro país, es como tratamos a nuestra madre.
- Haber tomado a la sociedad del lugar de origen y del lugar donde nos hemos criado. Es poder decir Sí y agradecer tal y como son a la sociedad de los lugares de origen de nuestros padres, de nuestro propio nacimiento y donde nos hemos criado. La sociedad es un campo masculino. Como tratamos a la sociedad, es como tratamos a nuestro padre.
- Agradecer y respetar el lugar y la sociedad de acogida. Esto es aplicable en el caso de personas que han emigrado a otros lugares.
Segundo orden: Compensar el daño hecho y el daño recibido
Crecer, hacerse adulto, implica que en algún momento vamos a hacer daño a otros y también que otros nos lo van a hacer a nosotros. Es inevitable.
Si queremos ser siempre inocentes no tendremos fuerza. Sólo asintiendo a que en algún momento vamos a tener que hacer daño a otros, para lograr nuestra autonomía o para defender nuestro sitio o nuestra vida, podremos tener fuerza. En contraprestación, se nos pide asumir nuestra responsabilidad por el daño realizado y entregarnos a la reparación.
Compensar el daño hecho y el daño recibido no significa entregarse al "ojo por ojo y diente por diente". Eso mantiene el conflicto sin resolver nada. Significa en cambio:
- Cuando hemos hecho daño, reconocerlo y asumirlo diciendo: "Sí, así fue, así pasó. Ahora veo el daño que he hecho. Asumo mi culpa. Asumo mi responsabilidad." Y entonces nace el deseo de reparar. A veces ya no es posible reparar con la persona dañada, porque ya no esté disponible, o porque no quiera aceptar nuestra reparación. Entonces siempre podemos reparar haciendo algo bueno para otros.
- No caer en la expiación. La expiación es hacerse daño a uno mismo para evitar asumir la responsabilidad y el sentimiento de culpa. Es pretender borrar la realidad. Y puesto que ni se mira a la víctima ni se repara el daño hecho, la expiación es sólo un acto egoísta e improductivo.
- Cuando nos han hecho daño, lo primero es reconocerlo. Muchas veces no queremos reconocerlo para no tener que actuar. Y lo segundo es reconocer el sentimiento de venganza que se genera dentro de nosotros. En ese momento podemos decirles: "Me has hecho daño (o mucho daño). Yo también quiero hacerte tanto daño (o incluso más) como tú me has hecho a mí. Soy igual que tú. Asumo mi responsabilidad por mis deseos de venganza. Dejo tu responsabilidad contigo.". Esto nos libera y nos deja libres para algo nuevo, mientras que no reconocer nos ata inconscientemente con quien nos hizo daño y no impide actuar.
Tercer orden: La pertenencia y el orden
Conforme vamos incorporándonos a sociedades y grupos, ya pertenecemos a ellos, y en cada lugar tenemos un sitio que viene determinado por nuestro momento de entrada.
Esto es aplicable al país donde vivimos y a cada empresa donde trabajamos.
Trabajar es estar con los demás, es colaborar con los demás, es ofrecer a los demás y recibir de ellos.
Por tanto, para que podamos sentir respeto por todo y por todos, es necesario que:
- Seamos capaces de aceptar todo y a todos tal y como son.
- Renunciemos a excluir a nadie y a excluirnos nosotros mismos.
- Tomemos nuestro lugar en el país y en la sociedad del país de acogida. Esto es aplicable en el caso de personas que emigran a otros lugares.
¿Cómo se determina el orden en el lugar de trabajo?
El orden de cada persona en su lugar de trabajo viene establecido por el binomio antigüedad y función.
- La antigüedad: El que llega después, debe respeto al que estaba antes. Sólo cuando el que estaba antes es respetado, puede volcarse en amor y servicio hacia el que ha llegado último.
- La función dentro de la empresa. Tienen prioridad aquellos cuya función es de mayor responsabilidad dentro de la empresa. Es importante saber que los de mayor responsabilidad, deben ponerse al servicio de los que están por debajo. Entre los de igual función, tienen prioridad los que reporten mayor beneficio a la empresa.
¿Cómo debe actuar uno que llega nuevo a una empresa para respetar el orden?
- Ocupando con determinación su puesto, asumiendo que es su derecho y su responsabilidad.
- Reconociendo y respetando la antigüedad de todos los que estaban antes que él.
- Poniéndose al servicio de todos los que están a su cargo, y respetando a todos los que tienen una función mayor que la suya.
La realización y el éxito profesional en el hombre
La fuerza del hombre está allí donde esté su lugar. No puede elegir en qué país vivir y trabajar. Donde está su deuda, ya sea su país de origen o su país de acogida, es donde su trabajo tendrá reconocimiento y fuerza. El hombre tiene realización y éxito cuando ha tomado, respeta y agradece el país y la sociedad de origen o de acogida.
El hombre soltero tiene éxito cuando ha tomado a su madre.
El hombre casado tiene éxito si es respetado por su mujer. Si ha tomado a su madre, elegirá una mujer que le respete.
La realización y el éxito profesional en la mujer
La mujer soltera, igual que el hombre, se realiza en su país de origen o de acogida. Del mismo modo, se le pide respeto y agradecimiento a ese país y a su sociedad.
La mujer sola con hijos se realiza en el país que acoge a sus hijos. La mujer, con su trabajo, paga al país lo que éste ofrece a sus hijos.
La mujer casada se realiza en el país de su marido. Ella crea pertenencia en el país del marido a través de sus hijos.
Para la mujer joven, su sistema familiar apoya primero su realización como madre. Habitualmente, sólo cuando la mujer prioriza su realización como madre, entonces es cuando el sistema familiar apoya su realización profesional.
La mujer tiene éxito cuando ha tomado a su madre.
La realización y el éxito profesional en la emigración
Los habitantes son la sangre de un país. Cada vez que un hombre se va de su país, el país se empobrece y pierde vida.
Las personas no suelen tener permiso sistémico para realizarse profesionalmente en otro país.
Pero a veces es el país de origen el que tiene una deuda con la persona, por ejemplo cuando el poder hizo daño a la familia de esa persona. Entonces es cuando el país empuja a su hijo a salir fuera y a tener éxito en otro lugar.
Otras veces los movimientos migratorios corresponden a movimientos de compensación que afectan a países enteros o a grupos sociales enteros. Esto lo podemos ver en la llegada masiva de emigrantes a un país, que en el pasado envió muchos emigrantes a aquel otro. En este caso, por compensación, estas personas tienen permiso para realizarse en el país de acogida.